Universitarios nivelan a niños y jóvenes
Más de 500 estudiantes de las universidades de Cuenca, del Azuay (UDA) y Católica han dado un gran soporte al sistema educativo, que ha sido uno de los más afectados por la crisis sanitaria.
Estos centros de educación dieron énfasis al acompañamiento pedagógico, tecnológico, sicológico y en salud a estudiantes y docentes de Azuay, Cañar y Morona Santiago, principalmente.
Actualmente son más de 100 proyectos que están en ejecución. Algunos son nuevos, pensados en las necesidades educativas; otros iniciaron antes de marzo del 2020, pero han tenido continuidad y fueron adaptados a los cambios que exige la virtualidad.
La Universidad del Azuay tiene 23 proyectos de vinculación en el área educativa que están en marcha y que involucra a 30 profesores y más de 150 estudiantes de pregrado de las carreras de Filosofía, Medina, Ciencia y Tecnología.
Cristina Peralta tiene 24 años y está en noveno ciclo de Educación Inicialen la UDA. Ella asiste a cuatro de los 14 niños de escasos recursos económicos que reciben clases virtuales en un salón de Unión Nacional de Educadores, en el centro de Cuenca.
Ayer, la universitaria trabajó en el repaso de lectura de palabras con Jassid y Eder, ambos de ocho años. “Estamos aquí para apoyarlos en la nivelación que debe ser presencial”.
En este salón hay tres universitarios de esta institución que también apoyan en la nivelación de clases de inglés y matemáticas. “Me gusta cómo me enseñan los profesores y ya estoy leyendo mejor”, dijo algo tímida Jassid.
La UNE y el colectivo Todos Somos Uno abrieron este proyecto tras identificar que muchos niños de la zona rural abandonaron las clases virtuales por falta de Internet y medios tecnológicos.
Narcisa Ullauri, directora de Vinculación con la Sociedad, explica que todos los proyectos han nacido a partir de la investigación y de las necesidades planteadas por las autoridades de la zonal 6 del Ministerio de Educación, rectores y padres de familia.
Por ejemplo, antes de la pandemia se involucraron con cuatro escuelas unidocentes de la parroquia Jima, cantón Sígsig, y de Sidcay, Cuenca. Un día a la semana, 12 universitarios apoyaban a 100 niños con clases de matemáticas.
Son comunidades alejadas con un maestro para más de 15 estudiantes de primero a décimo de básica, explica Juan Fernando Barrazueta, coordinador. “Por más esfuerzo que hagan los docentes es imposible que los niños alcancen un aprendizaje significativo”.
Con eso coincide Martha Lojano, tía de un niño cuencano que recibe clases de matemáticas. “Mi sobrino que está en séptimo de básica no aprendió nada el año anterior y por eso nos preocupamos mucho de que ingrese en estas capacitaciones. Está mejor”.
Desde marzo del 2020, los universitarios adaptaron sus clases a la virtualidad y para este año lectivo los padres de familia contrataron Internet en la escuela para que sus hijos sigan recibiendo las clases de matemáticas.
“Eso es gratificante porque muestra el esfuerzo de los padres y de los niños por aprender en momentos difíciles”. Pero también cómo los universitarios ganan experiencia y se van formando para trabajar en su entorno, dice Barrazueta.
Según David Acurio, director de área de Vinculación de la Universidad de Cuenca, los proyectos han crecido en esta época porque con la pandemia también aumentaron las necesidades en todas las áreas.
Dice que como universidad tienen 110 programas en marcha y 1 800 estudiantes integrados en el acompañamiento a los adultos mayores, personas con capacidades especiales, soporte al sistema educativo, atención en salud y más.
Para Enrique Pozo, rector de la Universidad Católica, en los momentos más críticos 400 estudiantes asistieron a niños y adolescentes con problemas pedagógicos y sicológicos derivados de la pandemia.
También apoyaron a bachilleres de colegios de la zona rural de Azuay y Cañar en procesos de nivelación para los exámenes universitarios.