Un banco entrega medicinas a gente de escasos recursos en Ambato
Isabel Basantes labora a medio tiempo en un taller de costura. La joven cuenta que los USD 200 que recibe al mes apenas alcanzan para financiar los gastos de la casa y parte de los medicamentos que necesita Josué, su hijo de 6 años de edad.
Cada mes gastaba USD 60 en la compra de pastillas y el inhalador que requiere su pequeño. La madre de familia se enteró que en Ambato había un Banco de Medicinas, por lo que decidió ir en busca de ayuda.
Desde hace medio año recibe los fármacos en este sitio que instaló la Diócesis de Ambato, a través de la Pastoral Social Cáritas. En el lugar, que lleva dos años en funcionamiento, las estanterías metálicas están llenas de antibióticos, vitaminas y otros medicamentos.
El martes pasado, Basantes llegó a las 10:00 al segundo piso del edificio de la Pastoral Social, ubicado en el sector de La Medalla Milagrosa, en el centro de la urbe. Varias personas esperaban el turno para ser atendidos.
Los medicamentos para la fiebre, contra las alergias, para problemas de las vías respiratorias, epilepsia y combatir enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes son los de mayor demanda.
Gloria Garcés es la administradora del sitio y quien recibe a las personas necesitadas. Afirma que uno de los requisitos para la entrega de los medicamentos es la receta extendida por un médico.
En el lugar se despacha 20 recetas diarias valoradas de entre USD 10 y 70, especialmente a personas de escasos recursos. El banco funciona los lunes, martes y jueves, de 08:00 a 12:30 y de 14:30 a 16:30.
“En cada receta la gente nos contribuye con una donación voluntaria puede ser de USD 1 o 2 por receta, no es obligatoria, es de acuerdo con sus posibilidades. Con ese dinero en algo se financia la parte administrativa”, indica Garcés.
Allí hay más de 350 tipos de medicamentos en inventario. Dice sonriendo que lo más complicado es entender la letra de los médicos que los recetan. Debe pedir ayuda a otros galenos. “Ellos me ayudan a traducir, aunque poco a poco voy entendiendo. Es complicado”, cuenta sonriendo.
Un informe emitido por la Pastoral Social Cáritas detalla que entre enero y noviembre de este año, al menos 1 377 recetas valoradas en USD 40 000 fueron atendidas.
El subdirector de la Pastoral Social Cáritas de la Diócesis de Ambato, Jorge Grijalva, cuenta que la idea de crear este banco surgió tras recibir la donación de medicamentos de un laboratorio. Luego se sumaron médicos, familias y empresarios con la idea de proveer de medicinas a la gente pobre. El vocero reitera que uno de los requisitos es presentar la receta de un facultativo.
Explica que cuentan con un fondo con el que financian la compra de medicamentos que no están en ‘stock’. Atienden a pacientes con hipertensión, diabetes y otras enfermedades crónicas. Afirma que al menos 200 empresas, familias caritativas, médicos e instituciones colaboran con sus donaciones.
Grijalva recuerda que durante la pandemia la demanda de medicinas creció. La mayoría eran personas desempleadas, subempleados y con ingresos menores a USD 3 diarios. “La demanda está en crecimiento debido a la pobreza que afrontamos a causa del covid-19”.
Antes de la pandemia con ayuda de estudiantes voluntarios de las universidades levantaban las fichas socioeconómicas de cada una de las personas que requieren ayuda. “A ellos se les realizaba un seguimiento, pero por ahora está suspendido este proceso”, manifiesta Grijalva.
Parte de esa ayuda que se entrega en este lugar recibió Elsa González, de 72 años. La migrante venezolana camina despacio. Cuenta que está enferma y no tiene dinero para costear la compra de medicamentos que le recetó un médico amigo, quien la atendió de forma gratuita. “Me cuesta USD 15, por eso el médico me envió al banco de medicinas y gracias a Dios me atendieron”.
González comercializa fundas plásticas para sobrevivir, pero vende entre USD 4 y 5 al día con lo que compra alimentos y sus amigos le dan posada. “Quiero regresar a Venezuela con ayuda de la Embajada en Quito, pero no conozco dónde está y no tengo dinero para ir”, se lamente entre lágrimas.