‘She - Hulk: abogada Hulka’ no es la serie feminista que pensabas
En el capítulo tres de la serie She-Hulk: abogada Hulka, de Disney+, la heroína titular dedica una buena cantidad de tiempo a buscar la cita perfecta. Al final, encuentra la opción adecuada. Una fantasía para cualquier soltera en sus treinta. Un médico con una gran forma física que, además, no tiene inconveniente en ser llevado en brazos por una mujer más fuerte de lo que él jamás será. ¿Era esto el feminismo?
Este argumento se mezcla con la acción a medida que la secuencia avanza. Jennifer debe dejar su encuentro soñado para luchar contra un grupo de demonios, mientras el elegido aguarda leyendo un libro. Un libro que no es otro que Mala Feminista, de Roxane Gay. El éxito de librerías es, quizás, la mayor proclama actual sobre el feminismo y sus ideales contemporáneos. En el texto, la autora deja claro que pocas mujeres están a la altura de las exigencias del pensamiento político en nuestra época.
También analiza la forma en que se consume la cultura y el papel de las mujeres en las imágenes de poder, trascendencia y relevancia. She-Hulk: abogada Hulka utiliza este breve guiño para profundizar — o esa parece ser la intención — sobre el hecho de que Jennifer no es un símbolo. En cualquier caso, de serlo, sería uno imperfecto y sin el objetivo de aleccionar. Pero no logra mantener la interesante propuesta durante demasiado tiempo. De nuevo, todo el interés recae sobre la forma en que Jennifer puede ser rechazada, minimizada y aplastada por su alter ego.
¿Logró She-Hulk: abogada Hulka incluir un comentario feminista creíble en su argumento? Al menos, algunas alusiones no faltan. La breve mención al libro de Roxane Gay es solo una de las tantas referencias que la serie se esforzó por incluir. Insinuaciones al peso del mansplaining o la presión sobre el aspecto físico de Jennifer Walters. Y juegos de palabras sobre la mirada crítica de parientes y amigos a la vida amorosa de la heroína. En apariencia, todo parece encajar con el discurso de la cultura popular sobre una mirada política al papel de la mujer. Pero ¿es suficiente?
La parodia de una mala feminista
La pregunta se ha repetido con frecuencia a lo largo de los siete capítulos estrenados de She-Hulk: abogada Hulka. Por supuesto, la narración de una mujer extraordinaria que debe soportar el peso de la misoginia encaja de manera natural con la historia de Jennifer Walters.
El personaje es uno de los más curiosos de la editorial Marvel. También, el más crítico con respecto a la percepción de lo femenino en el cómic. She-Hulk es tan fuerte como Hulk, pero sin sus diversos problemas para controlar su transformación y temperamento. De hecho, podría considerarse como una versión mejorada del héroe.
Pero esta eventualidad trajo críticas. La respuesta de Stan Lee y John Buscema, creadores de la historia, fue llevar al personaje a nuevos terrenos. Desde romper la cuarta pared hasta crear un argumento basado solo en sus poderes. Al final, la narración celebró a su personaje como atípico, transgresor e incluso feminista. La mera propuesta podría considerarse una de las tantas formas en que la cultura analiza a la mujer poderosa. Algo que la serie She-Hulk: abogada Hulka intentó sin lograrlo.
She-Hulk: abogada Hulka está muy lejos de sus ambiciones
En su primer episodio, She-Hulk: abogada Hulka dejó claras sus intenciones. Jennifer trata de lidiar con los buenos propósitos de su primo, Bruce Banner, que trata de ayudarla con sus recién adquiridas capacidades. Le recuerda que toda mujer “debe soportar la ira, contenerla. Soportar que hombres mínimamente preparados le expliquen el mundo”. Una mirada al mansplaining en tono de comedia que resultó reveladora del punto de vista de la serie. La heroína lidiaría con asuntos contemporáneos. Siendo el feminismo, y su importancia, uno de ellos.
Ahora bien, a medida que el guion trató de incorporar ideas más complejas, falló en su capacidad para hacerlas creíbles o, al menos, de interés. She-Hulk: abogada Hulka mezcló conceptos acerca de la percepción de la mujer en la actualidad y abordó el tema de forma incompleta.
A pesar de sus indudables buenas intenciones, el guion de Jessica Gao careció de la habilidad para transmitir puntos de vista concretos. En particular, cuando el personaje debía someterse al escrutinio público y la mirada de la cultura acerca de lo que simboliza.
El falso poder de She-Hulk: abogada Hulka
En la serie, Jennifer Walters es una figura necesariamente controvertida y el argumento no lo ignora. Después de todo, es pariente de un héroe fundamental en el universo de Marvel. De modo que su aparición desconcierta a un mundo que apenas se ha recuperado del chasquido de Thanos. “¿Van a sustituir a Hulk por una mujer? No deberían”, dice un usuario de redes sociales en la serie. Por supuesto, el argumento se burla de la presión de la conversación virtual sobre She-Hulk: abogada Hulka, tildada desde antes de su estreno de artificial y poco creíble.
Pero el argumento no profundiza ni crítica, de manera directa, la incómoda discusión alrededor de personajes femeninos en cine y televisión. En lugar de eso, solo los menciona y reconoce su existencia, sin que eso parezca tener mayor importancia.
El segundo capítulo de She-Hulk: abogada Hulka hace una directa referencia a los comentarios en Twitter de hombres que atacan a la heroína solo por ser mujer. Más adelante, hace hincapié en el peso de las redes sociales y los medios de comunicación sobre la figura de Jennifer. Nadie puede ignorar a su nueva heroína. Sin embargo, tampoco dejar de atacar su imagen y menospreciar su poder e importancia.
Date de alta en Disney Plus ahora y ahorra gracias a la suscripción anual, con la que podrás disfrutar de todo su catálogo de series y películas, acceso a los últimos estrenos, al catálogo de Star y a los mejores documentales de National Geographic.
Una alegoría evidente al escrutinio de la sociedad sobre mujeres en posiciones culturalmente revelantes. Pero Gao no logra avanzar más allá. La trama de She-Hulk: abogada Hulka no logra un punto real de transgresión, sino que se limita a la burla simple. Su mayor error y, sin duda, uno de sus puntos más bajos.