'Obi-Wan Kenobi': ¿Por qué hay dos sables de luz enterrados en el desierto?
Contiene SPOILERS del capítulo 1 de 'Obi-Wan Kenobi'.
Más allá de que el personaje de Ewan McGregor consiga encontrar un cofre enterrado bajo las cambiantes dunas de Tatooine, el primer episodio de Obi-Wan Kenobi contiene un enigma que trae a más de un espectador sin sueño: ¿por qué el maestro Jedi se ha pasado estos diez años escondiendo, no un arma, sino dos?
La respuesta a este enigma es más sencilla de lo que parece. Solo hay que recordar la primera Star Wars de 1977… y, si eres de los que reivindican hoy las precuelas, el clímax de La venganza de los Sith. Es decir, el último duelo entre Obi-Wan y Anakin Skywalker.
Porque, efectivamente, uno de los sables de marras es el de Obi-Wan de toda la vida, mientras que el segundo es el de su antiguo y mal avenido discípulo, rescatado tras la aparente muerte de este último en Mustafar.
¿Cuál será el destino del sable de Anakin? Pues eso también lo sabemos: dentro de unos cuantos años, después de su encuentro con R2-D2 y C3PO (y, por tanto, con el mensaje de esa Leia Organa que ahora está pasando un mal trago), Luke Skywalker lo recibirá de manos de un Obi-Wan ya anciano y con el rostro de Alec Guinness.
La escena en cuestión, y las palabras del Jedi ("Un arma elegante para tiempos más civilizados") son una de las piedras angulares del canon warsie. Tanto, que no nos importa que Kenobi le cuente a Luke una versión muy sesgada de la historia de Lord Vader. Y da pena saber que esta reliquia galáctica cayera en la atmósfera del planeta Bespin, a la altura de El Imperio contraataca, junto con la mano amputada de su portador.
Asimismo, la escena podría ser un guiño al final de Star Wars: El ascenso de Skywalker, con Rey (Daisy Ridley) enterrando los sables de Luke y de Leia en el mismo planeta Tatooine: el lugar donde todo comenzó.