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Camila Aguilera quería convertirse en doctora. A pesar de que aún no terminaba la carrera, ya tenía pacientes que esperaban su incorporación, pero en junio de este año todo se derrumbó. La joven cayó del piso 16 de un edificio en el norte de Quito. El informe de la Policía dice que se trata de un suicidio, pero Fiscalía abrió una investigación por presunto femicidio.
Camila tiene una hermana gemela, Emilia, quien dice que no cree que se haya tratado de un suicidio. Eran muy unidas desde pequeñas. Su madre, Janneth Sierra, recuerda que las dos eran amigables, leales y sobre todo solidarias, pero en el caso de Camila esta última característica era más fuerte. Por ello, estudió Medicina en la institución de sus sueños: La Universidad de Las Américas (UDLA).
Junto a su hermana gemela, que estudia Derecho, se trasladaron de Ibarra a Quito. Camila tenía 21 años y apenas cursaba el cuarto semestre, pero esto no fue impedimento para empezar a sentir su vocación.
Cuando tenía vacaciones acompañaba a su hermana mayor, María Sol, quien en aquel momento realizaba sus prácticas rurales en la parroquia Monte Olivo, provincia del Carchi.
“Aprendió muchos procedimientos médicos y se ganó el corazón de las personas. Los pacientes que me ayudaba a atender la recordaban como ‘La doctorita pequeña’ y solían decirme que cuando ella termine su carrera regrese a ese lugar”, comenta María Sol.
De hecho, las dos soñaban con abrir un centro médico, donde atiendan a toda clase de personas, desde los que más tienen hasta aquellos sin posibilidades de solventar un tratamiento.
Era 16 de junio del 2022. Ecuador vivía un nuevo paro nacional con cierres viales, protestas y clases presenciales suspendidas. Las gemelas Aguilera habían pasado algunos días encerradas, así que su madre les dio permiso para que fueran al edificio donde vivía el novio de Camila.
Amigas de la joven comentaron a su familia que la pareja tuvo discusiones por una aparente infidelidad del novio. Incluso dicen que le mostraron un video sobre eso. Cuando la joven le reclamó, el sujeto la habría empujado bruscamente.
“Entonces mi hija le regresó una cachetada y él empezó a pegarle. En ese momento, salió la otra gemela y sus amigas a defenderla”, narra la madre de la víctima.
Tras esto, Emilia llamó a un taxi para irse del departamento, pero Camila no aparecía, hasta que el agresor salió de uno de los cuartos y dijo: “Camila se lanzó de la ventana”.
Todos los jóvenes que estaban en la reunión salieron al balcón y vieron a la estudiante de medicina en la acera. El choque emocional, por su puesto, fue mayor para Emilia, quien no paraba de llorar junto al cuerpo de su hermana gemela.
Mientras todos estaban conmocionados, “este tipo, en vez de llamar a los organismos de socorro, llamó a sus dos abogados”. “Yo me pregunto: ¿Por qué sucedió esto si fue un suicidio?”, cuestiona su madre, Janneth Sierra.
“Él tuvo tiempo de irse a bañar y cambiar. Cuando mi nena (Emilia) en medio de su dolor le dijo a uno de los agentes que por qué no le detienen al chico, si él es culpable, le dijeron que eso era irrelevante porque su hermana ya estaba muerta”.
Janneth denuncia que los policías no hicieron la investigación respectiva, únicamente se quedaron con la versión del novio. Prueba de ello es que no había ningún informe preliminar.
Como el paro aún seguía, la familia volvió a Ibarra de inmediato, pensando que Camila se había suicidado. Un mes después regresaron a la capital. La madre de la víctima comenta que un día acompañó a Emilia a comprar unos medicamentos y encontraron al acusado en la misma farmacia, lo cual encendió las alarmas de que el individuo las estaba siguiendo.
Acudieron a la Fiscalía y junta cantonal para pedir medidas de protección, pero no les podían ayudar porque no había un informe que sustente la medida. Mientras que en la Dinased no quería tomar su versión, luego de la insistencia del abogado de la familia, se lo hizo.
En ese momento, la familia empezó a sospechar que Camila fue víctima de femicidio. “Los hechos y testimonios han dado indicios de que no fue suicidio, sino que la lanzaron de la ventana o del balcón”.
El caso dio un giro cuando el país se conmocionó por el femicidio de María Belén Bernal. La madre de la víctima fue convocada por una subcomisión de la Asamblea para que exponga su caso.
Al día siguiente, finalmente salió el informe preliminar de la Dinased, el cual reafirmaba que la muerte de Camila se trató de un suicidio. Pero debido a las inconsistencias, la Fiscalía abrió una investigación por femicidio.
La familia de la víctima menciona que el acusado tiene denuncias por presuntas violaciones, aunque algunas siguen en investigación o ya fueron archivadas.
Asimismo recuerdan que el sujeto ejercía violencia psicológica y física en contra de Camila. Siempre trataba de minimizarla, diciéndole “la muy doctora” o le hacía creer que ella no era suficiente para él.
“Un día ellos entraron al dormitorio de mis hijas a ver una película y yo estaba en la cocina. La otra gemela bajó y me dice mamá, la está pegando y subía a ver qué pasaba. Camila me dijo mamá, no le creas, estamos jugando. Mi hija siempre le tapaba muchas cosas”, dice entre lágrimas Janneth.
Por su parte, la hermana mayor de Camila, María Sol Aguilera, señaló que varias chicas se han comunicado con ella para denunciar que también han sido víctimas de violencia por parte del acusado, pero tienen miedo de contar su historia.
“Sé que tienen temor porque piensan que él puede comprar a la justicia las veces que sea. Yo les digo que no le tengan miedo. La justicia, aunque tarde, va a llegar”.
“No solo nos mataron a una hija, sino que destruyeron a una familia”, dice Janneth, quien narra entre lágrimas que Emilia ha sido una de las más afectadas por la partida de su hermana gemela. Actualmente, tiene un serio cuadro de depresión.
“Hay un eslogan que dice justicia, verdad y reparación. Yo no pido reparación porque nada ni nadie me va a devolver a mi hija, pero sí quiero justicia y sobre todo verdad para alertar a la sociedad. No es justo que sigamos perdiendo a nuestras hijas por tanta violencia, por tanto machismo, por tanta impunidad, no quiero que el caso de mi hija sea un caso más de las estadísticas de femicidio”.
En Ecuador, cada 28 horas ocurre un feminicidio. Las cifras siguen aumentando: si 2021 se declaró como el año más violento contra las mujeres, con 197 casos, 2022 superó esta cifra, con 272 casos hasta el 15 de noviembre.
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