‘Matrix’ es una saga que se conecta con la filosofía
¿El mundo en el que vivimos es real o ficticio? La pregunta que ha acompañado a la humanidad desde la época de Platón se convirtió en el hilo conductor de la narrativa de ‘Matrix’.
La tetralogía que se inició en 1997, y que hace dos días acaba de estrenar su cuarta entrega, ha despertado no solo el interés de cinéfilos y amantes de la ciencia ficción, sino también de académicos, sobre todo, de filósofos y psicoanalistas.
La explicación de este interés radica en que la historia contada y dirigida por las hermanas Wachowski, -en los años 90 los hermanos Wachowski-, se centra en la teoría de que la humanidad vive en un simulacro de la realidad y no en la realidad misma.
El protagonista de la cinta es Neo, personaje interpretado por Keanu Reeves. Él es el que tiene que elegir entre seguir viviendo en la matrix, un mundo virtual, o en el mundo real, donde los seres humanos han sido esclavizados por las máquinas y por las inteligencias artificiales.
Neo, un personaje con claras referencias bíblicas, tiene la oportunidad de elegir si sigue viviendo en la virtualidad o si pasa al mundo real. Para ello, tiene que decidir entre la famosa píldora azul o la roja.
En la cinta existen varios guiños a pensadores como Jean Baudrillard, autor de ‘Cultura y Simulacro’; un libro que se publicó en 1981. En esta obra, este filósofo reflexiona sobre cómo la humanidad se está encaminando a considerar real todo lo que viene desde el mundo de la virtualidad.
También están las referencias al pensamiento de los maestros de la sospecha: Karl Marx y Friedrich Nietzsche, que ahondaron en reflexiones sobre el concepto de una falsa realidad que se presenta opresiva y alienadora.
Uno de los pensadores que alabó el filón filosófico de esta cinta fue William Irwin. En su momento, el estadounidense catalogó a esta película como la más filosófica que se haya hecho hasta entonces.
Además, dijo que cada paso de su “vertiginoso” argumento puede ser puesto en conexión con algún problema filosófico. Y planteó algunas preguntas, entre ellas qué pasaría si el mundo que conocemos no es más que un sueño virtual.
Siguiendo esta línea de William Irwin, este Diario invitó a tres pensadores ecuatorianos a reflexionar sobre las conexiones de la saga de ‘Matrix’ y el, siempre inquietante, mundo de la filosofía.
Reflexión, en la ficción y lo real
‘Matrix’ reflexiona sobre la ficción y sobre el sentido de lo real. Precisamente, la matriz es una suerte de simulación del mundo que tiene lugar en un escenario postapocalíptico en el que las máquinas mantienen el control. En este mundo distópico, los humanos son incubados, nacen artificialmente y son pocas las personas que tienen la posibilidad de despertar a la realidad. En esta situación está el personaje principal, Neo, quien es de cierta manera un elegido sobre el que recae un destino mesiánico; además, Sión es la tierra prometida en la que habitan los que han logrado salir de la matriz o nacer fuera de ella y desde la cual se organiza la rebelión en contra de las máquinas. La matriz rememora la caverna de Platón, que es un emblema del mundo de los sentidos, al interior de la cual los llamados esclavos permanecen encadenados frente a una gran pantalla en la que se reflejan las sombras de los objetos.
La sumisión voluntaria, en evidencia
La saga ‘Matrix’ evidencia un problema filosófico fascinante para la contemporaneidad: aquel de la sumisión voluntaria. En una de las escenas más famosas aparece Neo frente a dos pastillas, una roja que le revelaría el carácter virtual del mundo dentro del cual está atrapado, una azul que lo llevaría de vuelta a sus ilusiones. La primera frase de La metafísica de Aristóteles estipula que “Todos los hombres desean por naturaleza saber”. Nada es menos seguro. Muchos prefieren no saber porque, tal como experimenta Neo, hay cierta tragedia del conocimiento, no solo por la violencia que conlleva toda verdad, sino además porque la verdad es que fuera de la matriz, solo hay otra matriz, sin que nunca uno pueda llegar a lo que sería una realidad. Estamos atrapados dentro de la caverna de Platón e incluso aquellos que tengan el valor de arriesgarse a saber, solo podrán acceder a otra caverna.
Dos formas de tiranía se muestran
En esta cinta se enfrentan dos formas de tiranía: la que ejercen las máquinas y la potencial que encarna el héroe, Neo, que se enfrenta a las máquinas. Es decir, de vencer, el Mesías solo puede imponer una nueva tiranía, con sus jerarquías y cultos. La crítica que cabe desde la filosofía y la teología quizá puede provenir de los gnósticos y alquimistas, proto-cristianos que se resistieron a la ortodoxia de la Iglesia. Su fe no apuntaba a traer el mundo de Dios a la tierra, lo que en términos kantianos viene a ser el progreso. Por un lado, los gnósticos creían que Dios nos infiere los males y que nuestro deber es resistirlos. Y los alquimistas buscaban las afinidades de la materia y del alma. En los dos casos la búsqueda carece de una finalidad exterior a la vida. La tiranía de las máquinas podría ser destruida sin recurrir a nuevas creencias universales y apocalípticas. La tiranía debe ser derribada por el simple deseo de vivir