Lula se enfrenta a un Brasil partido en dos
El líder de la izquierda regional tiene varios retos. El más apremiante es apaciguar los ánimos en Brasil.
Luiz Inácio Lula da Silva regresa a lo alto del poder político de Brasil, una de las economías más grandes del mundo. Pero lo hace en circunstancias que no son las más deseadas. Su país está dividido.
Las presidenciales de octubre, en las que Lula venció en la segunda vuelta por menos de dos puntos al presidente saliente, Jair Bolsonaro, son el antecedente.
De hecho esos comicios fueron los más polarizados en las últimas décadas en Brasil, generaron radicalización y hasta actos violentos.
Aún dos meses después de las elecciones, los grupos más radicales de bolsonaristas no reconocen la victoria del líder progresista y están acampados frente a cuarteles en todo el país para pedirle a los militares un golpe de Estado que evite la investidura de Lula.
Un esclavo del centro político
Aún sin asumir, el Presidente electo de Brasil ya se ha visto obligado a ofrecer concesiones a los influyentes partidos de centro, algo a lo que tendrá que acostumbrarse para lograr el apoyo de un Congreso en su mayoría opositor al Gobierno.
Con promesas de participación en el gabinete, así como de liberar recursos para los legisladores, el líder progresista consiguió el respaldo de los grandes partidos de centro que no lo apoyaron en las elecciones.
Esto le ha garantizado dinero en el presupuesto de 2023 para financiar los subsidios a los pobres, el aumento del salario mínimo, inversiones en educación y salud y otras promesas que hizo durante la campaña electoral.
La “marea rosa” en América
Lula sumará a Brasil a la nueva «marea rosa» de América Latina, pero lo hará con un elevado pragmatismo, moderación, sin cargas ideológicas y centrado en promover la integración.
Lula considera que su país se convirtió casi en un «paria» internacional con la política exterior impuesta por el presidente saliente, Jair Bolsonaro, que estuvo marcada por su pensamiento conservador.
Bolsonaro abandonó la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), a los que consideraba «dominados por la izquierda».
Lula había participado en la creación de ambos organismos, a los que Brasil se reintegra ahora y que, junto con el Mercosur, serán el nuevo pilar de las relaciones externas del país.
¿Lula será líder regional?
El mandatario brasileño, indiscutido líder político de la región, quiere demostrar -al igual que hizo Joe Biden tras el fin de la era de Donald Trump- que su país ha vuelto a la escenario global y para ello proyecta albergar la COP en 2025, además de organizar las cumbres de los BRICS y el G20 en 2024.
Sin embargo, no será suficiente. Llega al poder en una región con una mayoría de Gobiernos de izquierda, pero con marcadas diferencias y que no encuentran consenso para situaciones conflictivas, como las que viven Venezuela y Nicaragua, a las que suma ahora un agravamiento de la inestabilidad política en Perú tras la destitución de Pedro Castillo. (con EFE)
Brasil tiene a un tercio de los 214 millones de habitantes bajo la línea de pobreza.La deuda de Brasil con los organismos internacionales ascendía a unos 5.500 millones de reales (unos 1.057,7 millones de dólares).