La violencia afecta a las emprendedoras
La violencia contra las mujeres tiene distintas manifestaciones y una de esas es la económica. Aunque esta muchas veces no es perceptible o ha sido normalizada es la tercera más frecuente entre las microemprendedoras ecuatorianas. Tiene efectos en la salud emocional y física.
Xavier Romero, técnico del programa PreviMujer de la Cooperación Alemana GIZ, explica que la violencia económica está presente cuando las mujeres no tienen poder de decisión sobre el destino y uso de sus recursos. Deben pedir permiso o autorización a sus parejas para utilizarlos.
Una de las manifestaciones más comunes surge cuando las mujeres, en el afán de lograr su independencia financiera, forman un emprendimiento. Las parejas o exparejas, dice, se dan cuenta de que están generando dinero y se apropian de estos recursos.
El estudio Los costos de la violencia contra las mujeres en los microemprendimientos de Ecuador, publicado este 2021, demuestra que la violencia psicológica es la más prevalente, seguida de la física y la económica o patrimonial. Esta última afecta al 20,77% de las dueñas de microemprendimientos que han sido agredidas en el país.
Mónica Cruz, fundadora de M ropa infantil, no sabía sobre este tipo de violencia hasta que la vivió. Todo empezó cuando su madre, al enfermarse, cedió una casa. Cruz decidió compartir el manejo con su esposo.
La casa se vendió y un tiempo después su pareja tomó todo el dinero de la venta y abandonó el hogar. Ante esta situación, esta mujer se asesoró y acudió a la justicia. Después de tres años de procesos legales, se estableció que su exesposo debía pagarle una cantidad de dinero cada mes hasta devolverle todo el monto de la venta de la casa.
En ese momento, Cruz comprendió que había sido víctima de violencia patrimonial desde antes, pero había normalizado ciertos comportamientos. “Uno piensa que, como ya me da para la comida y en la casa hay los alimentos, entonces eso está bien”, dice.
Después de transitar un proceso interno e identificar este tipo de maltrato, empezó el divorcio y logró crear su emprendimiento y ejercer su profesión de diseñadora de modas.
Ahora ha puesto todas sus energías en su proyecto M de ropa deportiva para niños y niñas. “Una se empieza a redescubrir lo valiosa y valiente que es como mujer”, explica.
Diana Pacho vivió una situación similar. Esta madre de familia tampoco sabía de este tipo de maltrato hasta que pasó por esta experiencia hace más de seis años. En ese momento tenía un local de comida rápida con su esposo.
Ella se dedicaba a cocinar allí todas las noches, pero nunca recibió una paga por esto. “Siempre lo vi como que no era necesario. Yo preparaba las cosas y él cobraba. Si necesitaba algo para la casa, él compraba la comida y siempre teníamos”, recuerda.
Todo cambió cuando Pacho decidió retomar sus estudios en la universidad. Para cumplir con sus obligaciones necesitaba libros y otros materiales, pero su pareja no le daba dinero para comprarlos. Durante algún tiempo buscó las formas de resolver estos problemas, hasta que en el último año de carrera ya era evidente que esto la estaba afectando emocional y físicamente.
Al notar su malestar, una profesora empezó a aconsejarla. Así, demandó a su pareja.
La jueza finalmente decidió que su esposo debía darle un sueldo fijo semanal y debía pagarle la mitad de un fondo que tenían en común.
Pacho siguió un tratamiento psicológico, se separó del padre de sus hijos, se graduó como licenciada en docencia y, antes de la pandemia, empezó a trabajar en una escuela.
“Antes él me manipulaba mucho y, al saber que ya no tenía ese dominio sobre mí, fue como si las cadenas se me habían roto, como que había llevado una carga en mi espalda y por fin la había soltado”, dice.
También participó en un proyecto para decorar botellas navideñas, un tiempo se dedicó a vender alimentos y hace poco incursionó en las ventas digitales. Ahora espera que se habiliten las clases presenciales para poder recuperar su trabajo de docente.
Elizabeth Cáceres, emprendedora y presidenta de la Red de Mujeres de Economía Violeta, explica que este tipo de violencia es muy frecuente, pero no ha sido difundida.
Por eso, los programas de la Red se enfocan en empoderar a las mujeres en derechos para que, al conocerlos, puedan ejercerlos. Ambos especialistas coinciden en que la prevención es lo más importante.