La Sagrada Familia convertida en metáfora de la movilidad humana en Ecuador
¿Y si algún día el migrante eres tú?, es el desafiante interrogante que plantea una muestra que, a través de la icónica imagen de la Sagrada Familia huyendo a Egipto, aborda esa decisión de dejarlo todo para salvar a los hijos y llegar a países como Ecuador, donde se estima que viven más de 500.000 venezolanos.
Titulada "De caminos y peregrinos", se trata de una exposición íntima que abrió sus puertas el jueves pasado en el Museo del Carmen Alto, situado en el casco colonial de la capital ecuatoriana, en el que dialogan un pesebre colonial quiteño, con otro elaborado por población migrante y refugiada venezolana, cuadros e imaginería religiosa y fotografías de familias en situación de movilidad.
Myriam Navas, la coordinadora del Museo, un edificio patrimonial que alberga un convento de carmelitas descalzas bajo régimen de clausura desde 1653, explica que la mediación comunitaria decidió incluir a esta población migrante en la conformación de un pesebre muy particular.
PESEBRE DE LA MIGRACIÓN VENEZOLANA
"Quisieron representar su Belén con sus propias características, hay espacios que nos recuerdan a esa Venezuela que dejaron en este proceso duro de abandonar todo lo que tienen para buscar una mejor vida", explicó a Efe la responsable sobre la representación que deja patente lugares, afectos, familiares y espacios dejados atrás.
Desde el punto de vista de las religiosas el concepto curatorial casó desde el comienzo con "un principio muy cristiano de solidaridad, de entender cómo pudo haber sido esta travesía que tuvo que hacer la Sagrada Familia perseguida", comentó Navas.
Entre los dos pesebres que aparecen enfrentados pero dialogantes, figura una talla de madera del Niño Jesús del Buen Pastor vestido con traje de peregrino del siglo XVIII, imagen característica de las travesías de Santa Teresa cuando fundaba los conventos carmelitas, y que se exhibe junto a una fotografía de otro niño peregrino, en este caso cubierto con capucha, una mochila y un perrito en su regazo.
La fuerza de las instantáneas facilitadas por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y un video testimonial denominado "Maternar en el camino", en el que una joven madre con un niño de corta edad y un bebé de pocos meses relata su partida de una Venezuela que nunca quiso abandonar, contrasta con la dulzura y cierto romanticismo de la iconografía belenística circundante.
Esta exposición pone el acento en ese desplazamiento obligado que se ha producido a lo largo de la historia originado por conflictos religiosos, políticos, desastres y crisis económicas que tienen en la Sagrada Familia su máxima expresión por los riesgos y la falta de solidaridad que enfrentó, según el Evangelio.
SIN ROMANTICISMOS
La propuesta busca "entender la movilidad humana como un proceso histórico que nutre y diversifica las relaciones que tenemos, esas tradiciones e intercambio de expresiones culturales", puntualizó Gledys Macías, responsable del área de mediación comunitaria del Carmen Alto.
Y advirtió que "no se trata de una romantización" del fenómeno, como puede ser entendido bajo el extendido enfoque religioso que exalta el Pesebre en Navidad como símbolo de humildad.
"Se nos olvida que desde la tradición católica es una huida de la violencia, es una decisión forzada que les obliga a escapar y queremos ponerlo en el contexto actual porque vemos que sigue pasando", abundó Macías.
El Pesebre venezolano partió de la pregunta a la población migrante de si habían vuelto a levantar uno, y la unánime respuesta de que cuando se debe salvar lo más básico ni hay espacio para figurillas.
También entraña un fuerte cuestionamiento al visitante acerca de dónde ha quedado la solidaridad, "por qué nuestra xenofobia está presente como algo aprendido y alimentada de nuestros prejuicios", según el comunicador.
La población venezolana en diferentes países de la región ha sido objeto de actos de xenofobia. La plataforma regional R4V asume que este colectivo sigue accediendo a Ecuador a través de canales irregulares y para este último mes de 2021 su cifra ronda los 551.000 migrantes y refugiados en el país, mientras que 252.000 es la población fluctuante, es decir, que estuvieron o están en tránsito a otros países.
La pandemia ha agudizado la situación económica de numerosas familias que representan el 82 % de los más de 5,9 millones de personas venezolanas que salieron de su país y viven en América Latina y El Caribe.
Muchos se vieron en la tesitura de desandar el camino de vuelta a Venezuela o buscar un mejor destino en otro país de la región, con los riesgos que entraña el desplazamiento por pasos irregulares.
"Está el testimonio de una pareja que narra todas las peripecias que tuvo que atravesar en el camino y en el que está siempre presente la vida de su hijo ya que, literalmente, casi les roban a su bebé, y eso moviliza a cualquier ser humano", concluye Macías.
Via EFE