La reina Isabel II fue conductora y mecánica en la Segunda Guerra Mundial
La reina Isabel II fue la monarca más longeva de la historia. Murió a los 96 años y presenció el paso de casi un siglo, lo que le permitió vivir de cerca diferentes hechos que marcaron al mundo, entre ellos, la Segunda Guerra Mundial, en la cual sirvió como conductora y mecánica.
Isabel tenía solo 13 años cuando el conflicto inició en septiembre de 1939. Un año después, aún como princesa, decidió enviar un mensaje de aliento y esperanza a las familias que tuvieron que abandonar sus ciudades para huir del peligro que significaban los enfrentamientos de la guerra.
“Cientos de ustedes, en este país, han tenido que abandonar sus hogares y separarse de sus padres y madres. Mi hermana Margaret Rose y yo los tenemos en nuestros pensamientos, pues sabemos por experiencia lo que significa estar lejos de aquellos a quienes amas”, mencionó la joven que se convertiría en soberana del Reino Unido.
“A todos ustedes que viven en nuevos lugares, les enviamos un mensaje de verdadera simpatía y, al mismo tiempo, nos gustaría agradecer a las generosas personas que los han recibido en sus hogares”, añadió.
Con los años, el impacto del combate empezó a manifestarse en otros ámbitos esenciales para el pueblo. Para 1943, la escasez de alimentos se convirtió en un problema cada vez más presente, y de acuerdo a National WWII Museum, Isabel cedió sus terrenos del Castillo de Windsor con el objetivo de incentivar al cultivo de vegetales, una campaña iniciada por el gobierno de aquel entonces.
A los 16, realizó su primera inspección en el regimiento militar, y dos años más tarde, logró integrar el Servicio Territorial Auxiliar (ATS), sección que pretendía incorporar a mujeres menores de 30 años en la guerra.
Las féminas que cumplieran con aquel requisito tenían la obligación de unirse a este servicio, o trabajar en la industria. Para ello, el rey Jorge no quería que su hija recibiera un rango distintivo o especial, por lo cual, la futura reina ingresó como subalterna en el ATS, donde aprendió a manejar y reparar camiones.
Su entrenamiento en mecánica se dio de marzo a abril de 1945, y aunque podía quedarse con sus compañeras en el campo durante ese período, Isabel regresaba al Castillo de Windsor todas las tardes, puesto que se encontraba cerca del edificio.
La participación de Isabel en la Segunda Guerra Mundial se dio por insistencia personal. Sin embargo, el deseo de la entonces adolescente por ayudar a su comunidad no fue algo espontáneo, más bien era genético, puesto que, la Reina Madre rechazó la idea de ser trasladada a Canadá junto a sus hijas para preservar su integridad ante posibles ataques, y decidió hacer frente a la situación en el Palacio de Buckingham, junto a su esposo y comprometida con el territorio inglés.