Inaceptable
El último hecho de sangre que me motivó a escribir estas líneas ocurrió la noche del martes.MIGUEL RODRÍGUEZ
Me niego entonces a resignarme a vivir así y me uno a ese puñado de hombres y mujeres que se esfuerzan por ir más allá de la queja, del reclamo, de las exigencias en redes sociales hechas desde la comodidad de sus casas.
No me conformo con las explicaciones de nuestras autoridades. No me satisfacen los boletines y ruedas de prensa anunciando las frías cifras de los caídos por sicariato. De los crímenes que se dan en los barrios, en los parqueaderos de los centros comerciales y hasta frente a las iglesias de Guayaquil.
No es suficiente decir que se hace lo posible… Me niego entonces a resignarme a vivir así y me uno a ese puñado de hombres y mujeres que se esfuerzan por ir más allá de la queja, del reclamo, de las exigencias en redes sociales hechas desde la comodidad de sus casas.
El último hecho de sangre que me motivó a escribir estas líneas ocurrió la noche del martes, en un local de venta de shawarmas, en la ciudadela Samanes 5. En el negocio, por casualidad, estaba un policía vestido de civil cuando se intentó un asalto. El agente logró frustrarlo. Se enfrentó al delincuente armado y lo abatió, pero quedó herido. Horas después moría también en un hospital ...
Normalizar hechos así no cabe en una ciudad que, a través de su historia, ha dado tantos ejemplos de grandeza e hidalguía. ¿Qué vamos a hacer? Solo se me ocurre aprender de otros. Por ejemplo de lo que pasó en Nueva York a partir del 2001, con la llegada de Michael Bloomberg a la Alcaldía.
De acuerdo a un análisis publicado por BBC News, cuatro fueron las grandes decisiones que se tomaron en la entonces violenta Nueva York:
1. Mayor número de policías. El incremento fue del 35 % y se procuró un mejor control a los gendarmes.
2. Uso de nueva tecnología, con sistemas que permitían advertir disparos y detonaciones con sensores especiales y seguir el rastro del lugar donde estaban los uniformados, preferiblemente debía ser en las zonas más peligrosas.
3. Tolerancia cero para los delitos menores, considerándose que estos daban luego cabida a los delitos mayores. La identificación y seguimiento a los menores de edad infractores fue clave.
4. La gente y el dinero de Nueva York que recibieron mayor importancia. Se favorecieron los negocios, los bienes y raíces, los lugares de diversión, los intereses bancarios y hasta el crecimiento de las familias.
Cuando Bloomberg salió de la Alcaldía después de 12 años había dejado una drástica reducción de la criminalidad, al punto que en 2012 se registraron 419 asesinatos en Nueva York, la cifra más baja de los últimos 50 años…
Sé que Guayaquil no es Nueva York, pero aprender puede. Y más allá de aprender: decidir, acordar y priorizar la seguridad del puerto principal, y que nadie venga a decir que sin recursos nada puede hacerse. Todos sabemos que hay gastos superfluos, acaso innecesarios en la ciudad.
En estos días de redes sociales, revisar en Twitter la cuenta del exgobernador Pedro Pablo Duart es aceptar lo que se pregona: “Para servir solo se necesita voluntad”. A pulso de gestión personal va colocando hasta 100 cámaras de viodeovigilancia donadas por la empresa privada y conectadas al sistema de la Policía, en barrios deprimidos que han estado a merced del hampa. Guayaquil necesita más iniciativas como esta, que se haga más y se hable menos.
Lamento que el reclamo popular no aquilate el esfuerzo y las limitaciones de la fuerza pública. Seguramente no conocemos los conflictos y las necesidades internas de las autoridades llamadas a poner orden y ofrecer seguridad. Lo que sí sé es que necesitamos con urgencia hallar un plan. No podemos conformarnos con el título de la ciudad más peligrosa del país, que en los primeros días de enero de 2022 ha triplicado el número de muertes violentas junto a Durán y Samborondón en comparación al año anterior. No puedo conformarme. ¿Puede usted?
Artículo Opinión de Tania Tinoco