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14 nov. 2021
2 min read
De 1,5 metros de altura, ojos redondos y nariz ancha, Luzia saltó a la fama internacional por ser la mujer más antigua de América y por revolucionar la teoría del poblamiento del planeta. Fue descubierta en 1974 por la profesora francesa Annete Laming-Emperaire (1917-1977) durante una misión arqueológica franco-brasileña. Pero su historia se remonta a 11.000 años. Hace tres años, ella, o más bien su cráneo fósil, se hizo famoso al resistir a un incendio en el Museo Nacional de Río de Janeiro. Ahora, Luzia vuelve a aparecer en las páginas de los periódicos junto a la gigante holandesa Heineken, mientras moviliza a la comunidad brasileña de arqueólogos. La multinacional cervecera pretende instalar una fábrica a 800 metros de Lapa Vermelha, el complejo de grutas donde se encontró el fósil, en la ciudad brasileña de Pedro Leopoldo, a 25 kilómetros de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
El anuncio, realizado en diciembre del año pasado, fue recibido con pompa por el gobernador de Minas Gerais, Romeu Zema, especialmente en un momento de aguda crisis económica a causa de la pandemia. El proyecto de la cervecera es invertir 1.800 millones de reales (330 millones de dólares) en el emprendimiento que deberá producir 760 millones de litros de cerveza al año y generar 350 empleos.
En febrero el proyecto pasó a ser considerado prioritario. En abril la empresa formalizó las solicitudes ante la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (SEMAD, en sus siglas en portugués). La licencia para levantar la planta se concedió en agosto de este año y la construcción ya ha comenzado. Se detuvio un mes después, tras las recomendaciones del Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad (ICMbio) y del Ministerio Público del Estado de Minas Gerais (MPMG), que pidió la suspensión.
Heineken obtuvo una medida cautelar favorable, pero decidió no reanudar las obras por el momento, tras un requerimiento del Instituto del Patrimonio Cultural Histórico y Artístico (Iphan). La empresa ni siquiera había consultado al organismo, un procedimiento obligatorio cuando se pretende iniciar obras como esa en Brasil. En el proceso de concesión de licencias se produjo otra incoherencia: no se presentaron estudios concluyentes sobre los impactos hidrogeológicos en la región. Aun así, la cervecera consiguió que la SEMAD autorizara la continuación de la obra.
El profesor Andrei Isnardis, del departamento de Antropología y Arqueología de la UFMG, explica que el potencial arqueológico de la región es tan grande que es imposible decir cuánto se conoce ya que, según él, falta inversión en investigación. “‘Lapa Vermelha’ es un complejo de grutas. El esqueleto de Luzia fue encontrado en una de ellas, pero no todas las áreas han sido excavadas. Sabemos que, sin duda, hay posibilidades de que se realicen otros descubrimientos de gran relevancia en el yacimiento”, afirma.
Según el presidente de SAB, Ângelo Alves Corrêa, la forma en que se llevó a cabo el proceso de concesión de licencias sugiere que la secretaría de Estado hizo la vista gorda. “La empresa ni siquiera registró la ficha de caracterización de la actividad (FCA) en el Iphan, que tenía que haber intervenido en el proceso. La empresa presentó estudios sobre el Parque del Sumidouro, a cinco kilómetros de la sede de la empresa, pero no presentó detalles sobre los impactos de las obras en el yacimiento arqueológico de Lapa Vermelha, que está a sólo 800 metros”, cuestiona Corrêa.
El superintendente de proyectos prioritarios de la SEMAD, Rodrigo Ribas, lo rebate. " Las cavernas de Lapa Vermelha fueron objeto de información adicional, que fue solicitada por el SEMAD. Los estudios indicaron que no están en la zona directamente afectada y que los impactos potenciales tienen controles eficientes”, explica Ribas. Las medidas de control fueron presentadas a la SEMAD por la propia Heineken.
El asunto ha ido cobrando fuerza y ya ha movilizado a la comunidad arqueológica de Brasil y del extranjero, que enviará una carta de denuncia a la sede de la multinacional en los Países Bajos. El documento destaca al menos tres preocupaciones: el posible impacto en el patrimonio cultural, las consecuencias que la extracción de agua subterránea podría tener en la región y la necesidad de una comunicación clara con la población que vive en la zona. El profesor de arqueología de la Universidad Federal de Bahía, Carlos Alberto Etchevarne, movilizó a los arqueólogos, junto con su colega Maria Jacqueline Rodet, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG).
Los expertos creen que si la empresa hubiera acudido al Iphan, lo más probable es que hubiera elegido otro lugar para instalar la fábrica. Pero el Iphan solo se enteró del asunto después de los embargos. Tras ello, ya ha inspeccionado el lugar y ha recomendado a Heineken que mantenga las obras paralizadas hasta que las regularice el órgano. La empresa aceptó.
Heineken afirma que sus premisas son el respeto al medio ambiente y la transparencia en todas sus actuaciones. “Estamos seguros de que el proceso de obtención de la licencia siguió el proceso normal y, a pesar de la última sentencia judicial sobre el caso que permite la reanudación completa e inmediata de nuestras actividades, hemos decidido voluntariamente mantener las obras suspendidas mientras contribuimos a la discusión con los organismos implicados”, decía la nota. El sitio web de la empresa describe la alineación de la multinacional con las propuestas de la economía verde.
La disputa entre el pasado histórico del lugar y el futuro económico de la región revela las opiniones divergentes de los organismos de control. Ribas, de la SEMAD, sostiene que la licencia no depende de la aprobación del Iphan, por ejemplo.
María Jacqueline, que también es investigadora del Museo de Historia Natural y del Jardín Botánico de la UFMG, recuerda que si el relieve se descompone, la caverna podría venirse abajo. “Es algo muy serio”, dice. Ella también cuestiona el hecho de que una empresa internacional se presente en una zona de preservación cultural y medioambiental y no se comprometa. “Creo que estas empresas se aprovechan de la falta de conocimiento local en un país con un alto nivel de desempleo. Pero, ¿y después qué? Explotan el agua, se marchan, y los pasivos [ambientales] se quedan aquí”, comenta.
Fabio de Castro, profesor del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ámsterdam, afirma que el país donde está la sede de Heineken cuenta con instituciones sólidas y mecanismos de participación en este tipo de decisiones. “Por dar simplemente un caso de mi propia experiencia: en el barrio donde vivo hubo una larga discusión para aprobar la tala de algunos árboles para la construcción de un edificio residencial. En la actualidad, existe un importante conflicto en Groningen por la explotación de gas que afecta a la estructura de las casas. La población valora mucho los espacios naturales, que están protegidos y vigilados”, dice Castro.
Ribas, del SEMAD, dice que en julio se solicitaron estudios hidrogeológicos. “Todo ocurrió antes de la recomendación del ICMBio (en septiembre)”, asegura. Cuestionado sobre el hecho de que la licencia se haya liberado antes de la presentación de estos estudios, señala que estos pueden presentarse después de la licencia, ya que la empresa tiene la opción de presentar un sustituto del modelo de captación. “Y si hay otras formas de asegurar la captación, se puede autorizar antes de los estudios”, subraya.
El embrollo con la fábrica frustra a la ciudad de Pedro Leopoldo, que veía en la nueva fábrica una posibilidad de impulsar la economía local. “Fue una triste sorpresa la noticia de la paralización de las obras. En la zona de protección en la que se está implantando la fábrica de cerveza, hay otras grandes empresas que nunca han causado grandes daños al acervo medioambiental del que estamos tan orgullosos”, dice la nota del gobierno municipal, aunque no especifica la distancia de las otras empresas del parque arqueológico.
Gislene Monticelli, profesora de la Pontificia Universidad Católica de Río Grande do Sul (PUC-RS), señala que la situación de Heineken en Pedro Leopoldo refleja las diferencias culturales y políticas de la época presente. “En muchos países, las obras no se llevan a cabo sin un seguimiento arqueológico”, subraya Monticelli.
Para la población de Confins, en la frontera con Pedro Leopoldo, hay una preocupación adicional por el futuro suministro de agua. El presidente de la Asociación de Vecinos del Aeropuerto de Confins (ACBA), Juliano Coelho da Silva, ya ha buscado a los representantes de los poderes públicos. “No es que estemos en contra de la instalación de la fábrica, pero queremos las cosas claras, porque el agua que se destinará a la producción de cerveza saldrá del subsuelo, y en el subsuelo no hay fronteras”, dice. La cuestión hidrogeológica fue el punto central de una petición de vistas realizada por el concejal Paulo José de Oliveira, durante la votación de las licencias en agosto de 2021.
La licencia fue aprobada el 24 de agosto, con un solo voto en contra, el de Oliveira, que representa a la Asociación Ambiental y Espeleológica Pro-Pouso Alegre (APPA) en el Consejo Estatal de Política Medioambiental (COPAM). “Del proyecto se desprende que se necesitará un consumo muy grande de agua. Esto podría afectar a la capa freática, llegar a las cavernas, comprometer el suministro de agua y afectar al turismo. La producción de cerveza generará impuestos, pero ¿y después? ¿Y si perjudica al turismo, que también es una importante fuente de ingresos?”, pregunta.
Via ElPais
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