Centro del Muchacho Trabajador atiende a 336 familias
Por sus 57 años, el Centro del Muchacho Trabajador realizó una feria para exponer sus proyectos. Foto: cortesía.
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En Quito, las familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad tienen una opción para recibir atención en varias áreas. Se trata del Centro del Muchacho Trabajador, que este mes de diciembre del 2021 cumple 57 años.
La mayoría de madres que acude al centro son jefas de hogares monoparentales, con sus niños, señala Johnny Espinosa, director ejecutivo. Para los chicos funciona la unidad educativa que cuenta con bachillerato técnico, mientras que las madres reciben acompañamiento psicológico y jurídico.
El director señaló que atienden a 183 familias, cada una de cuatro o cinco integrantes. Eso implica unas 900 personas. Además, otras 153 familias son parte de los centros de desarrollo infantil que también manejan. Así suman 336 las familias que atiende el Centro del Muchacho Trabajador.
Muchas de las madres que acuden, cuenta Espinosa, han sufrido violencia. Por ello, acompañan su proceso de sanación y luego les capacitan en empoderamiento económico.
Por ejemplo, señala que para las madres adolescentes la violencia se vuelve un círculo repetitivo y eso les niega oportunidades para salir adelante. “Son familias a las que históricamente les han sido negados sus derechos. Entre ellos, el acceso a la educación, a la salud, al empleo y a los alimentos. Todo por las condiciones de vulnerabilidad que atraviesan”, dijo Espinosa.
Para sacar adelante sus proyectos, Espinosa señala que tienen requerimientos altos de financiamiento. Por ello cuentan con cooperación internacional, además del recaudo local, con empresas, instituciones y personas que dan su aporte económico y donaciones. También cuentan con un programa de voluntariado.
¿Cómo acceder a los servicios del Centro del Muchacho Trabajador?
Para ingresar en el Centro del Muchacho Trabajador se debe cumplir con un proceso de incorporación. Su director señala que lo primero es un análisis de la vulnerabilidad que viven las familias.
Esto es a través de una entrevista y una visita domiciliaria. Las familias llenan una ficha psicosocial que es ingresada a un sistema informático. Espinosa explica que este es el que marca las pautas sobre el volumen de vulnerabilidad. Y con ello se obtiene un informe técnico.
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