Aún hay ecuatorianos que siguen intentando salir de Ucrania
Hasta este miércoles 2 de marzo del 2022 aún hay ecuatorianos intentando salir de Ucrania. Tres estudiantes que residían en Ucrania relataron su situación, mientras el conflicto armado entre Rusia y Ucrania recrudece con nuevos bombardeos.
‘Nos refugiarnos en el búnker hasta cuatro veces en un día’
Gabriel Cañar, 20 años, estudiante de Medicina.
“Acabamos de salir del búnker de seguridad al que nos ha tocado entrar cuatro veces en este día. Es un campo de guerra y no sabemos en qué momento pueden atacar.
Me encontraba en Kiev cuando atacaron el aeropuerto. Junto con otros tres compañeros tomamos un automóvil y salimos de la capital. Nuestra intención era salir del país, pero la movilidad es complicada.
No pudimos salir de Ucrania y estamos en una ciudad al sur de la capital, pero aún lejos de la frontera, con una familia ucraniana que nos acogió.
Desde que pudimos contactarnos con la Embajada ecuatoriana nos han dicho que tenemos que esperar o ver la manera de acercarme a la frontera. Pero es difícil y además tengo amigos que ya están en la frontera y no les dejan pasar.
No se ve reflejada la ayuda que nos ofrecen. Mi hermano, que estudia odontología, llego a la frontera, pero no los dejaron cruzar y los golpearon, y tuvieron que regresar a la ciudad más cercana. Así que es preferible quedarse en un lugar seguro antes que caminar en medio de la nevada y que no nos dejen cruzar o tal vez te caiga una bomba.
Llevo dos años en Ucrania, tengo 20 años y estudio medicina. Cuando salí del colegio no se podía ingresar a las universidades. Un amigo cercano que se encontraba en Ucrania nos habló de la situación y aprovechamos la oportunidad de salir del país”.
‘Salí de Jarkov una hora después de que empezaron los bombardeos’
Michael Raza, 22 años, estudiante de Ingeniería Mecatrónica.
“Me encuentro en Lviv, frontera con Polonia, a cero grados de temperatura. Estamos haciendo fila para intentar pasar a Polonia.
Estaba en Jarkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania. Soy de Galápagos y llegué hace un año y medio para estudiar Ingeniería en Mecatrónica y pensaba regresar a Ecuador una vez completar una maestría.
Salí de Jarkov junto con mi amigo Édgar Castañeda el jueves a las 06:00, una hora después de que se iniciaron los bombardeos en esa ciudad. Empezamos el viaje en bus hasta una estación de tren, donde dormimos unas horas y luego tomamos el transporte a Lviv.
Desde ese punto tomamos una buseta hasta cierto punto y luego caminar cerca de 30 kilómetros por unas 10 horas hasta una ciudad de frontera con Polonia. Mientras cruzábamos una ciudad empezaron a sonar las alarmas de bombardeo y sentimos mucho miedo.
Allí esperamos por unas 13 horas, pero no pudimos pasar. Fueron más de tres días intentando cruzar, con hambre, sed y frío, pero no pudimos pasar. Dormimos en un refugio o simplemente no dormíamos.
Así que decidimos regresar a Lviv y ahora estamos intentando cruzar a Polonia por otro punto de frontera. El frío y las largas caminatas han afectado nuestra salud de manera general.
Ahora llevamos más de nueve horas esperando para poder ingresar para poder sellar los pasaportes e ingresar a Polonia. Se supone que una vez del otro lado habrá ayuda humanitaria y un avión para que los ecuatorianos podamos regresar al país.
No existe cancillería ni embajadores aquí en Ucrania. Absolutamente todo lo hemos pagado por cuenta propia. Hasta ahora la única ayuda que hemos recibido es de las personas que nos regalaban agua y comida en el camino”.
‘Nos sentimos abandonados por el Gobierno ecuatoriano’
Mara Villacís, 21 años, estudiante de Arquitectura.
“Desde el 15 de febrero he tratado de hablar con las autoridades ecuatorianas y no recibimos ninguna información o ayuda concreta. Los estudiantes y exestudiantes que vivimos en Ucrania formamos una asociación con delegados en cada una de las ciudades donde había ecuatorianos.
Cuando empezaron los ataques en Kiev logré mover a cerca de 80 ecuatorianos desde las 07:00. Yo me embarqué en el tren de las 22:00 con los últimos ecuatorianos del grupo. Viajamos durante 12 horas hasta llegar a Lviv.
Cuando logré contactarme con la Embajada ecuatoriana no nos daban respuestas concretas, solo nos pedían que hagamos listas con números de cédula.
El sábado llegamos a Lviv, porque supuestamente se había gestionado un refugio para los ecuatorianos, pero estaba lleno. El cónsul me dijo: ‘bueno es su problema. Yo ya hice mi labor, les vi un refugio, pero si se llenó es su problema’.
Desde que empezó esto cada quien ha visto por su lado. Si salimos de Kiev, no fue por la ayuda del Gobierno, fue porque cada quien vio por su vida. Lo peor fue que por el temor muchos viajaron hasta la frontera porque recibimos de las autoridades de que habían habilitado el paso por Polonia, Moldavia y Eslovaquia.
Sin embargo, un grupo de más de 30 ecuatorianos se quedaron varados en Shehyni, en la frontera con Polonia, sin comida ni tener dónde dormir, en temperaturas bajo cero. Las mujeres lograron pasar, pero un grupo de 10 hombres no pudieron.
Hablé con el cónsul para contarle sobre esta situación, pero no me supo dar una respuesta concreta. Está bien que hayan gestionado vuelos humanitarios, pero la pregunta es cómo llegamos a esos vuelos si hay ecuatorianos atrapados en la frontera.
Hablé con una funcionaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero me dijo: ‘Estoy en Varsovia intentado hacer lo más que puedo, pero no puedo hacer más porque tenemos muchos ecuatorianos’. Nuestra frustración nace de estas respuestas porque somos una comunidad de estudiantes que nos sentimos abandonados por el Gobierno, porque no nos da una respuesta concreta.
A pesar de las limitaciones que tenemos como personas naturales pudimos gestionar el regreso de los 10 chicos a Lviv. Llegaron ayer (lunes) en la tarde, les conseguimos refugio y ropa.
Este martes gestionamos de cuenta propia la movilización de un grupo de 50 ecuatorianos hacia la frontera con Cracovia. En su desesperación las familias en Ecuador han ido estos días a la Cancillería, pero les han dicho que las oficinas están cerradas por el feriado.
Aún hay muchos ecuatorianos en Ucrania que no pueden salir. Algo que rescato es la resiliencia del pueblo ucraniano, la amabilidad y la generosidad. El día que estuvimos en el subterráneo sonaban alarmas y explosiones y un grupo de policías nos vio tan asustados que nos abrieron una oficina para que nos sintamos más tranquilos. Es algo que nadie está preparado para vivir y me da mucha pena que tengamos que hacerlo solos.
Me voy a quedar unos días más por decisión propia porque el trabajo que no están haciendo las autoridades alguien tiene que hacerlo. Me quedo para tratar de ayudar de la mejor manera. Hasta ahora la situación es estable en Lviv, pero guardo la esperanza de volver a ver a mi familia. Están preocupados, pero entienden que me siento más útil en Ucrania, ayudando a la gente”