5 TRUCOS DE LA INDUSTRIA DE LA AVIACIÓN PARA PARECER VERDE

Seguro que cada vez estás viendo más anuncios de aerolíneas que presumen de ser verdes y sostenibles. Iberia presume de reducir sus emisiones en tierra, Air France afirmó que aspiraba a reducir un 12% las emisiones para 2030, y Ryanair se ha autoproclamado «la aerolínea con menos emisiones de Europa»… Y sin embargo, ante la agudización de la crisis climática, algo nos dice que esto es pura palabrería… ¿Puede una industria cuyas emisiones de gases de efecto invernadero crecían año tras año durante la última década engañarnos ahora sobre sus esfuerzos por proteger el clima?

Hemos echado un vistazo a las promesas verdes de las aerolíneas y… ¡sorpresa! Entre toda su jerga sobre el carbono se esconden numerosas trampas. Un nuevo informe de Greenpeace CEE concluye que las aerolíneas europeas no toman medidas suficientes para combatir su impacto en el cambio climático. ¿Por qué? Sobre todo, porque se basan en soluciones falsas o ineficaces para crear el mito de que la aviación es ecológica, a pesar de que el avión es, de largo, el medio de transporte que más contamina por pasajero·kilómetro.

Estos son los cinco ejemplos de «greenwashing» en la aviación:

La ilusión de volar «neutro en carbono»

A nivel mundial, las compañías aéreas se han comprometido a ser «neutras en carbono» para 2050. Bien, ¿no? Pero ninguna se ha comprometido a reducir a cero sus emisiones de GEI. El concepto de neutralidad se basa en que, si contaminas, en lugar de reducir tus propias emisiones puedes seguir emitiendo CO2 y «compensarlo» pagando a un tercero para que, con suerte, las reduzca en el futuro.

La mayoría de las compañías aéreas apoyan de forma explícita el sistema de compensación global CORSIA, que Greenpeace considera «greenwashing», ya que obstaculiza que las aerolíneas desarrollen una vía de descarbonización completa. Los sistemas de compensación de emisiones son cada vez más cuestionados por la comunidad científica por las dificultades para fiscalizar su efectividad real: sólo el 2% de los proyectos de compensación tienen una alta probabilidad de dar lugar a una reducción adicional de las emisiones

El énfasis en el combustible de aviación «sostenible» como solución

A las aerolíneas les encanta sacar a relucir tres letras mágicas: SAF. Son las siglas en inglés para «combustible sostenible de aviación», un concepto paraguas que abarca una variedad de combustibles para motores a reacción destinados a sustituir el queroseno fósil, principalmente a partir de biomasa. No obstante, el SAF puede ser muy problemático por su relación con la destrucción del medio ambiente y la escasez de alimentos: así que no puede considerarse una estrategia adecuada para reducir las emisiones de GEI de las compañías aéreas.

Pero es que además, el uso de SAF es ridículamente bajo: como maximo, solo el 0,1% del consumo total anual de combustible de aviación se realiza con SAF, como máximo. La Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé que para 2040 el SAF representará el 19 % de los carburantes que usen las aerolíneas: esto significa que el 81 % restante seguirá siendo queroseno de origen fósil. Demasiado tarde para que la aviación se ajuste al Acuerdo de París.

Una de las pocas soluciones realmente sostenibles es el queroseno sintético, obtenido a través de carbono y electricidad 100% renovable. Pero estamos lejos de obtener esta variante a una escala suficiente e, incluso en el escenario más optimista, será necesario reducir el número de aviones para cumplir con el Acuerdo de París.

Creer a ciegas que la tecnología nos va a salvar

La industria aérea confían en que el futuro nos traerá una solución mágica que nos permitirá volar sin emisiones. Un mito que bloquea cualquier intento de reducir la actividad del sector para proteger el clima. Y si bien construir aviones más eficientes no es una falsa solución como tal, sí es insuficiente para lograr la descarbonización: la mejora de la eficiencia energética (en pasajero·kilómetro) puede ser del 30% para 2050, insuficiente para alcanzar el objetivo de 1,5ºC.

Greenwashing para aparentar responsabilidad ambiental

Como cada vez somos más conscientes de la emergencia climática, las aerolíneas nos quieren hacer creer que son parte de la solución. Y como a todos nos gusta viajar y conocer nuevos lugares, estamos viendo una avalancha de greenwashing: desde campañas engañosas y el patrocinio de iniciativas respetuosas con el clima, hasta la promoción de soluciones falsas o insuficientes como los sistemas de compensación de carbono y la introducción de SAF.

Hay una gran discrepancia entre los auténticos planes de las aerolíneas para reducir emisiones, que carecen de credibilidad, y el uso que hacen de las relaciones públicas para proyectar una imagen más «verde».

Una publicidad que nos invita a volar más cada vez

A pesar de que la ciencia nos avisa de que podremos superar los 1,5ºC pronto, los anuncios de las aerolíneas pretenden aparentar que no estamos en emergencia climática y, por tanto, podremos volar más que antes. Las aerolíneas low-cost no recogen el verdadero impacto social y ambiental de su modelo: si existen los billetes baratos es únicamente porque las compañías se benefician de exenciones fiscales y ayudas públicas.

Incitar a volar más y más es ir contra la necesaria reducción de emisiones. ¿Por qué seguir anunciando vuelos entonces? Igual que dejamos de anunciar el tabaco, ha llegado la hora de hacer lo mismo con todo lo que dependa de combustibles fósiles.

Entonces, ¿qué hay que hacer para que la aviación se ajuste a los objetivos climáticos de París?

Para descarbonizar el sector de la aviación, necesitamos medidas contundentes que reduzcan tanto la oferta como la demanda. Para ello debe regularse el tráfico aéreo de forma efectiva que incluya la igualdad de condiciones en materia de impuestos; promover un cambio modal hacia transportes menos intensivos en carbono como el ferrocarril y los autobuses y establecer medidas que sustituyan la necesidad de movilidad. Porque un billete de avión no puede costar la mitad que uno de tren para el mismo trayecto, cuando el primero contamina cinco veces más.

Los líderes europeos también deben impedir que las compañías aéreas se den al lavado verde, difundiendo y promoviendo estas falsas soluciones. Para ello deben prohibir los anuncios de combustibles fósiles de las compañías aéreas. Con el telón de fondo del lavado verde y la promoción de falsas soluciones por parte del sector de la aviación y otros, Greenpeace, junto con más de 30 organizaciones, hace campaña para que en la Unión Europea deje de ser legal hacer publicidad o patrocinios relacionados con los combustibles fósiles. Si la campaña recoge un millón de firmas verificadas en un año, la Comisión Europea está obligada a responder a la propuesta.